Justo cuando Tracey Keers, de 33 años, quería ser madre por segunda vez, su salud comenzó a empeorar. Había tenido cáncer de mama muy agresivo hace un par de años, pero había vencido a la enfermedad y estaba lista para rehacer su vida. Sin embargo, semanas después de embarazarse, comenzó a sufrir fuertes dolores de cabeza.
Desde 2016 que la trabajadora de la Universidad de Durham estaba luchando contra un cáncer de mama triple negativo, que es una de las formas más graves de la enfermedad. Sin embargo, después de someterse a tratamiento, logró erradicarlo de su cuerpo, según consigna el Daily Mail.
Pero antes de entrar en remisión en julio del año pasado, tuvo que soportar una masectomía, quimioterapia y radioterapia.
Esperó a que naciera su hija y luego murió en brazos de su esposo
Claramente la enfermedad hizo que Tracey y su pareja cambiaran sus planes de vida. Y una vez que ella se mejoró, ambos decidieron ampliar la familia. “Sabíamos que queríamos otro bebé, por lo que hicimos un tratamiento de Fertilización In Vitro y tuvimos con éxito 13 óvulos congelados. Pero ella quedó embarazada de forma natural en septiembre y estábamos absolutamente eufóricos porque no pensamos que eso sucedería” contó Steven, su pareja y mejor amigo desde hace 10 años.
Sin embargo, la felicidad de ambos por la futura llegada de un nuevo bebé a la familia no duró demasiado. Al poco tiempo de enterarse, Tracey comenzó a tener fuertes dolores de cabeza y su salud comenzó a deteriorarse rápidamente. Tanto así, que 24 semanas después de embarazarse, los médicos anunciaron una terrible noticia: el cáncer había regresado y era terminal.
Tenía carcinomatosis leptomeníngea, que es una complicación poco común del cáncer, en la que la enfermedad se disemina a las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal. No había nada que hacer al respecto.
Tras ese episodio, los médicos tuvieron que realizar una cesárea de urgencia para salvar la vida de la bebé, quien llegó al mundo con solo 28 semanas y pesando un poco menos de un kilo, el 19 de marzo. Y aunque los doctores pensaron que Tracey podría no despertar después de esa cirugía, ella lo hizo y pudo conocer a su bebé.
Poco más de una semana después, el 30 de marzo, la pareja se casó en el Hospital Universitario James Cook en Middlesbrough en una sala adornada y en compañía de familiares y amigos cercanos. Según contó Steven, una tienda de novias donó el vestido y trajes para él y su hijo de 7 años, Kieran.
Y aunque de seguro fue uno de los días más felices de sus vidas, la salud de Tracey siguió deteriorándose sin parar, y el 8 de abril su respiración comenzó a ser cada vez más lenta. “‘Me levanté en la cama y sostuve a Tracey en mis brazos con su cabeza sobre mi pecho y ella falleció pacíficamente” dijo su marido, quien además aseguró que contarle a su pequeño hijo fue una de las cosas más difíciles que ha hecho en su vida.
Por ahora, el viudo se está acostumbrando a la idea de no dormir con Tracey, con quien compartió 4 semanas en el hospital y ahora debe dormir solo en casa, en plena tranquilidad. Aunque aún debe seguir visitando a Kyla, su pequeña prematura que permanecerá internada en el hospital por dos meses más.
El funeral, en tanto, se realizará el 19 de abril a las 13:30 en la iglesia Holy Trinity en Seaton Carew y cualquier persona puede asistir, siempre y cuando vista los colores favoritos de Tracey: rosa o morado. ¡Incluso su perrita usará un collar rosa para la ocasión!
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Y en cuanto a los gastos, la misma mujer se preocupó antes de morir de crear una página de recaudación de fondos, así que la familia no tuvo que preocuparse por los costos del funeral, y ahora tampoco por los gastos médicos de la bebé, pues a los asistentes al funeral se les pide que donen a la unidad de bebés prematuros en lugar de llevar flores.