La depresión existencial normalmente suele afectar a aquellas personas con altas capacidades. Son esos perfiles que sufren el peso de las injusticias, que no hallan un sentido a la vida y que sufren el aislamiento por ver y sentir el mundo que le rodeoa de un modo diferente al resto.
¿Qué sentido tiene este mundo? ¿Por qué existen tantas injusticias y desigualdades? Familia, trabajo, amigos… ¿es que no hay nada más en esta vida, algo más trascendente? Este tipo de preguntas son las que van dando forma a lo que se conoce como depresión existencial. Es un tipo de condición que aparece en personas muy reflexivas o caracterizadas, a su vez, por una alta inteligencia.
La depresión tiene muchas formas, la condicionan infinitas variables y cada paciente la experimenta de un modo particular y distintivo. Así, y aunque todos hayamos oído hablar de las crisis existenciales, cabe señalar que esta realidad es algo más compleja. Una crisis puede surgir como efecto de una experiencia adversa, también al entrar en una nueva etapa de nuestro ciclo vital.
Sin embargo, la depresión existencial, descrita por primera vez en los años 50 por el psiquiatra Heinz Häfner nos habla de un tipo de trastorno que, aunque no está descrito en el DSM-V (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), se da con especial frecuencia entre la población con grandes talentos.
Son esas personas que no parecen hallarle un sentido a la vida. Son perfiles que profundizan en exceso en dimensiones como la muerte, la falta de libertad, las injusticias sociales y ese abismo donde la existencia se torna solitaria y uno se percibe desconectado de todo lo que le envuelve.
En dichos estados, son el propio pensamiento y las ideas obsesivas las que van socavando el equilibrio hasta debilitar el tejido emocional de la persona.
Depresión existencial: origen y características
Decía Jean Paul-Sartre que las personas no sabemos lo que queremos y aun así somos responsables de lo que somos. La filosofía existencialista es siempre un gran referente para desgranar muchos de esos procesos mentales, reflexiones y madejas personales en las que derivan los pacientes que sufren depresión existencial.
Kazimierz Dabrowski, psiquiatra polaco de principios del siglo XX, fue uno de los referentes que más estudió los problemas a los que solían hacer frente las personas con altas capacidades. Este experto nos habló de lo que se conoce como ‘desintegración positiva’ y que explicaría en cierta forma uno de los orígenes de esta condición.
El problema de confrontar lo que somos con lo que nos rodea
Kazimierz Dabrowski estableció que las personas podemos pasar por 5 etapas de desarrollo personal. Ahora bien, una buena parte de la población (entre el 60 y 70 % según el propio autor) se queda en la fase inicial; es decir en la etapa de integración primaria. En esta fase las personas se limitan, poco a poco, a ajustarse al ‘molde’ de la propia sociedad. Nos disciplinamos, por así decirlo, e integramos sus fallos, adaptando a todo lo bueno y no tan bueno que nos proporciona nuestro entorno.
Ahora bien, hay personas que quedan atrapadas en el tercer nivel de la teoría de Dabrowski. Es la referente a la desintegración espontánea. Uno percibe grandes discrepancias entre los propios valores y lo que define a la sociedad. La mirada de la persona reflexiva o con altas capacidades siente en exceso el peso de las injusticias, de la falsedad, del materialismo…
Si esas dimensiones impactan de manera profunda en la persona, estará, por tanto, en esa cuarta fase que Dabrowski denominó desintegración multinivel. En ella, el ser humano no halla un significado vital. Poco a poco, se convierte en un mero observador que solo aprecia los fallos, los sinsentidos y un vacío que tarde o temprano acaba asfixiándolo.
¿Qué tratamiento hay para la depresión existencial?
La terapia cognitivo-conductual es, sin duda, uno de los mejores enfoques para tratar la depresión existencial. No obstante, es importante no perder de vista la teoría del psiquiatra Kazimierz Dabrowski. La última etapa de su enfoque sobre el desarrollo humano es la integración positiva o secundaria.
Sería por tanto esencial que trabajásemos esa fase que sigue a la etapa de desintegración multinivel. Los aspectos que la integran son los siguientes:
- Trabajar nuestra autoconciencia. Clarificar nuestras metas, deseos, necesidades, valores…
- Definir y trabajar nuestro sentido de la vida. Situar un propósito en nuestro horizonte y trabajar con él nos da impulso, nos ayuda a encontrar motivación, aliento e ilusión.
Por último, y no menos importante, es recomendable que aprendamos a hacer uso de una adecuada autoeducación emocional.
Dabrowski, ya en esta época de principios del siglo XX entendió que una buena comprensión y gestión emocional es clave para la realización del ser humano. No solo garantiza nuestro bienestar, sino que nos ayuda a evolucionar en todos los sentidos. Pensemos en ello, no dudemos tampoco en solicitar ayuda experta en caso de que estemos pasando por esta misma situación.